Vivimos tiempos donde las respuestas fáciles y los eslóganes pegadizos, como el de la "puerta giratoria", parecen ganar terreno en discusiones tan serias como la seguridad y la justicia. Escuchamos propuestas que, bajo un manto de aparente firmeza, esconden un profundo desprecio por la complejidad de los problemas sociales y, lo que es más grave, por la dignidad humana. Como sociedad, y especialmente quienes hemos vivido el dolor en carne propia, tenemos la obligación de no caer en estas trampas simplificadoras y buscar caminos que, aunque más difíciles, nos lleven a una convivencia verdaderamente pacífica.
Una reflexión personal sobre la urgencia de trascender los discursos punitivistas y simplificadores en materia de seguridad, y la necesidad de abrazar enfoques restaurativos que pongan en el centro la dignidad humana, la reparación del daño y la construcción de una comunidad más pacífica e inclusiva.
Por Diana Márquez
Se nos habla, entonces, de esta supuesta "puerta giratoria" y se proponen soluciones que suenan a fórmulas mágicas, como la prisión automática ante la segunda falta. Pero esta idea de una justicia que funcione como una simple hoja de cálculo, donde un número lleva inexorablemente a una celda, es una fantasía peligrosa. Ignora que detrás de cada "caso" hay historias de vida, contextos de exclusión y, muy a menudo, un Estado que llegó tarde o nunca llegó con oportunidades.
La Justicia no es una Planilla de Cálculo
La idea de que a los jueces hay que darles "un Excel y no un Word" para que apliquen la ley es, francamente, aterradora. Implica borrar de un plumazo siglos de construcción jurídica, donde la ley se interpreta, se contextualiza y se aplica considerando las particularidades de cada ser humano. Reducir la tarea judicial a marcar casillas es vaciar de contenido la Constitución, los códigos y los tratados de derechos humanos que tanto nos costó conseguir. Es pedirles a los jueces que renuncien a su rol de garantes de derechos para convertirlos en meros ejecutores de una política carcelaria deshumanizada. El Derecho, en su esencia, es un "Word" lleno de matices, de principios, de humanidad; no una fría tabla de "Excel".
La Trampa de Hablar "Por Todas las Víctimas"
Otro recurso preocupante es el uso selectivo de la palabra "víctima". Se pretende instalar la idea de que todas las víctimas pensamos igual, que todas clamamos por más encierro y menos garantías. Y desde esa supuesta unanimidad, se cuestionan, por ejemplo, los fondos destinados a organismos como el Comité contra la Tortura, preguntando si "las víctimas" queremos que se gaste dinero en verificar las condiciones de detención de quienes nos dañaron.
Permítanme decirles, desde la experiencia de quienes hemos sufrido delitos y aun así buscamos caminos de pacificación, que esa pregunta también nos la deberían hacer a nosotros. Y la respuesta de muchos sería un rotundo sí. Sí queremos que se vigile y se evite la tortura, porque la crueldad estatal no repara ningún dolor, solo genera más violencia. Existen agrupaciones de víctimas, por ejemplo, que trabajan activamente por estos principios. El problema no es que se gaste en proteger derechos, el problema es creer que solo hay una voz autorizada para hablar en nombre del dolor. Las víctimas somos diversas, tenemos distintas necesidades y distintas miradas sobre cómo construir una sociedad más justa. Usar nuestro dolor como un cheque en blanco para justificar políticas punitivas es una falta de respeto a nuestra inteligencia y a nuestra capacidad de buscar caminos de sanación que vayan más allá de la venganza.
La Cárcel: ¿Solución o Parte del Problema?
Se insiste en que la cárcel es la única respuesta, y que sus malas condiciones son "problema de quien delinque". Esta mirada no solo es cruel, sino profundamente equivocada. Las cárceles superpobladas, insalubres y violentas no disuaden a nadie; al contrario, son escuelas de resentimiento y perfeccionamiento delictivo. ¿Realmente creemos que alguien sale mejor persona de un infierno? ¿O simplemente estamos pateando el problema para más adelante, cuando esas personas regresen a la sociedad, inevitablemente más dañadas y con menos herramientas para una vida digna?
La crisis carcelaria es un problema del Estado y de toda la sociedad, porque sus consecuencias nos afectan a todos. Invertir en condiciones dignas de detención no es un lujo, sino una necesidad si pretendemos que la privación de libertad cumpla algún fin más allá del mero castigo y la venganza. Y ese fin, según nuestra Constitución, debería ser la reinserción social, algo imposible en las condiciones actuales.
Construir Convivencia: Un Desafío Urgente
Frente a los eslóganes vacíos y las promesas de mano dura, desde una perspectiva que busca la restauración de los lazos y la paz social, proponemos un camino diferente. Un camino que ponga el foco en las necesidades reales de quienes sufrieron el daño –necesidad de escucha, de verdad, de reparación, de sentirse seguras–. Un camino que busque la responsabilización genuina de quien ofendió, no para humillarlo, sino para que comprenda el impacto de sus acciones y pueda, eventualmente, reparar el daño causado.
Esto no significa impunidad. Significa entender que el delito es, en el fondo, un vínculo social roto, y que la verdadera justicia no se agota en encerrar a una persona, sino en intentar recomponer esos lazos, en sanar las heridas de todos los involucrados, incluida la comunidad.
Necesitamos menos políticas basadas en el miedo y más políticas basadas en la inteligencia y la empatía. Dejar de buscar culpables y empezar a construir responsables. Dejar de gritar eslóganes y empezar a dialogar en serio sobre qué sociedad queremos ser. El desafío es enorme, pero estamos convencidos de que solo recuperando la humanidad de nuestro sistema de justicia podremos aspirar a una convivencia donde la paz no sea solo una palabra bonita, sino una realidad cotidiana.
Diana E. Márquez
Presidenta de la Sociedad Argentina de Justicia Restaurativa (SAJuR)
Coordinadora Nacional de Víctimas por la Paz
Secretaria de la Cooperativa de Trabajo Liberté
Directora del Área de Justicia Restaurativa de la Asociación Pensamiento Penal
Especialista en Justicia Restaurativa
Abogada y Escribana (UNLP), Mediadora Prejudicial (MJBA), Especialista en Mediación Familiar (CIJUSO)